“Y dios dijo ‘Háganse las explosiones’ ”
La actualidad:
Visto desde el cielo, el pueblo ya no parecía el mismo. Se podían ver contenedores volcados, coches con las lunas rotas o accidentados contra otros, pequeños incendios… Era como si una gran marabunta hubiera arrasado todo a su paso. Más de cerca, el horror aumentaba a una escala impensable para el ser humano. Se podían ver los cadáveres de la gente aplastada en el suelo, no había calle en la que alguien no hubiera muerto presa de la muchedumbre y el pánico. Era un mosaico macabro. Hombres, mujeres, niñas, niños…; atropellados, pisoteados, aplastados. Todos tratando de llegar al refugio a la vez. Algunos creyéndose más listos aprovecharon para tratar de saquear tiendas, convirtiéndose en PETAS o muriendo a manos de ellos en su intento. La mayoría de la gente que siguió a la masa no sabia que la idea fija que tenían todos en la cabeza, la de llegar al refugio y el gran numero de personas, los habían protegido de convertirse también en locos.
Ahora en la calles solo quedaban los PETAS. Estos corrían de un lado a otro del pueblo en busca de presas que comer, insaciables, voraces. Pero poco a poco otra plaga empezaba a proliferar, la de los zombis. Solo habría unos pocos en el pueblo, pero pronto propagarían la infección entre los PETAS y estos acabarían haciendo el trabajo sucio de pasar PANACEA a los demás.
Una puerta se abre en medio de la avenida principal. Una joven vestida de negro con pelo largo castaño corre desesperadamente hacia su coche. Varios “rapaces” se han dado cuenta de su presencia y comienzan la cacería. La chica arranca el coche pero varios de ellos ya están sobre el golpeándolo. Un grito de angustia es precedido por el de una ventanilla rota. Un niño de aspecto blancuzco con una camiseta del Bob Esponja introduce medio cuerpo y tira del pelo de la joven. Varios mas se suman a la macabra “extracción”. La joven chilla y trata de zafarse, pero es tarde. Se acaba de convertir en un Happy Meal.
Varias calles mas arriba, una pick-up verde recorre las calles a toda velocidad emitiendo largas ráfagas de pitidos. En su interior un hombre mayor, de unos 40 años y barba de hace varios días esta cubierto de sangre; y llora. En el asiento del copiloto se puede ver la fotografía de un niño pequeño abrazado a una mujer. La foto esta magullada y salpicada también por sangre. Atrás, varias bombonas de butano y una garrafa de gasolina.
Al paso de la pick-up se suman los PETAS, que atraídos por el ruido corren como alma que lleva el diablo a darle los “buenos días” al conductor de esta. Acaba de entrar en la avenida principal y acelera aun mas, puede ver que hay un grupo de ellos comiendo algo que sobresale de la ventanilla de un viejo coche. Otro rió de lagrimas le recorren las mejillas y deja el claxon pillado.
-¡Malditos!- carraspea secándose las lagrimas como puede
Otro acelerón. Parece que se acerca a su destino. Gira el volante y entra a toda velocidad en la gasolinera, llevándose por delante un surtidor y empotrándose contra el depósito central. El claxon no deja de pitar.
Apartando el airbag y quitándose el cinturón ve como la gasolina fluye sobre su coche. Los PETAS están llegando en manadas y comienzan un tumulto alrededor de la furgoneta.
-Gracias dios mió, por esta oportunidad – dice al tiempo que enciende un mechero
Los gases acumulados hacen el resto. La explosión es devastadora, no queda nada aparte de chatarra y cuerpos calcinados en más de 20 metros a la redonda. Las puertas y ventanas de las casas más cercanas han reventado todas y hay daños en un perímetro de 100 metros. Una amplia columna de humo señala el punto donde las llamas comienzan su voraz tarea.
De vuelta a casa de David:
-¡QUE COÑO A SIDO ESO!
Las paredes retumbaron y la luz se fue. Me acerco al mueble de los petardos y saco una lámpara de esas de los chinos de leed. La enciendo y me dirijo rápido al paquete que me mando mi madre, saco la mochila de supervivencia y la vació. Parece que hay más artilugios de los que yo pensaba, pero en medio de todo había unos binoculares bastante buenos. Sin pensarlo los cogi y subí a la azotea mediante la escalera de aluminio.
El panorama no era nada alentador, una gran columna de humo y llamas emanaba de lo que por aproximación, yo diría es la gasolinera. Esto se estaba poniendo feo, hora de trasladarse al sótano. Cogi la mochila y todos los cachivaches que traía y la baje al sótano. Para entrar al sótano había que cruzar un pasillo independiente dentro de la cochera, abajo había una gran puerta de metal vieja. El sótano era muy grande, tendría unos 120 metros cuadrados. Contaba con pequeña cocina de gas, un viejo calefactor, baño, una estufa de hierro y todo lo demás era una especie de sala de entrenamiento, “garaje” de ordenadores, mesa de herramientas y un espacio para los sofás y la tele. Era mi casa dentro de mi casa como he dicho anteriormente. Las paredes estaban cubiertas con posters de todo tipo; videojuegos, Iron Maiden, películas… Arriba puedo escuchar un golpe, será Keiko, pero es mejor asegurarme.
-¡Joder! – exclamo con entusiasmo al toparme con el póster de “Dawn of the Dead”
Ya ni recordaba que lo tenía. Me lo dio el tío del videoclub, decía que le parecía una mierda de póster. Dejo de hacer el vago y subo. Cuando abro la puerta noto una leve presión de viento. Corro rápidamente sin pensármelo dos veces. Si hay corriente de aire es que algo esta abierto. Accedo a la vivienda y veo con terror que la verja y la puerta principal están abiertas de par en par
-Como coño… - me pregunto
Sin tiempo a reaccionar veo como un PETA se planta frente a la entrada y me mira. Es una chica de unos 30 años, va con vaqueros y lo que queda de un jersey de color morado. En ese momento pensé que si no me movía, ella no me vería. Error, eso solo funciona en las pelis de Jurassik Park. Abrió la boca con todas sus ganas y corrió a hacia mi. Pero creo que no se esperaba que yo saliera por patas mas rápido que ella, creí hasta ver un pequeño ápice de sorpresa. Derrape y entre a la cocina, cerré la puerta y rodeando el frigorífico por el otro lado me lance en forma de placaje consiguiendo que este cayera y bloqueara por un tiempo la puerta.
¿COMO COÑO SE HAN ABIERTO LAS PUERTAS?
Es la pregunta que retumba en mi cabeza, pero no tengo tiempo para tonterías. Necesito algo contundente o esta tía me va a matar. Puedo ver como golpea con furia la puerta. Parece que ha conseguido abrirla y ahora lucha con todas sus fuerzas para retirar el frigorífico.
-Rápido, piensa...
Me doy la vuelta y abro el tercer cajón del mueble. Rebusco hasta que doy por fin con mi nueva arma. Un hacha de una mano de tamaño considerable para lo que era su uso, partir algunos huesos de pollo y tal. Ahora reluce afilada en mi mano. Tengo un arma, por lo que la cosa a pasado a se “o ella o yo”.
La PETA consigue hace hueco y entra salvajemente en la cocina. Sin pensármelo me preparo y lanzo con todas mis fuerzas un salvaje hachazo a su cabeza. Sus vísceras me manchan parte de la manga, pero puedo ver como cae contra el suelo dejando un reguero de sangre por la pared. Unas lágrimas brotan por mis ojos, era una persona.
-TU LO HAS DICHO; ERA
Otra vez esa voz en mi cabeza, pero no tengo tiempo que perder, las puertas siguen abiertas. Salgo de la cocina como buenamente puedo y veo como otro PETA esta haciendo acto de presencia irrumpiendo a todo trapo hacia mi dirección. Preparo el brazo para el golpe final y…
Al lanzar el hachazo, el loco se mueve y evita el golpe directo en la cabeza, recibiéndolo con su hombro. Me embiste y acabamos chocando contra la pared del pasillo. En un acto de puro instinto y rabia lo cojo por la cabeza y lo golpeo incesantemente contra la pared.
Con el tiempo justo para comprobar que nos se mueve corro hacia la puerta y veo como varios más están empezando a llegar. Cierro la puerta principal y coloco las barras. Los golpes contra la puerta son tremendos. Cierro los pestillos y los apuntalamientos y me preparo para mudarme al sótano. Cojo toda la comida que tengo en latas, sopas… ropa de abrigo y ropa resistente. Después queda lo más importante
-¿Dónde esta Keiko?
Busco y rebusco por toda la casa, los golpes cada vez son más ensordecedores. Mas lagrimas caen por mis mejillas cuando comprendo que no esta. Cojo todas las cosas y bajo al sótano, cierro las puertas y me quedo con la botella Jack y una linterna varias horas esperando oír su maullido, pero nada. Acababa de perder una parte de mi vida. Estaba seguro que había sido alguien, todavía no sabía quien, pero lo descubriría.
-Arrieros semos…en el camino nos encontraremos…- fueron mis últimas palabras
“Ojo por ojo… y al final acabaremos todos tuertos”
1 comentarios:
Esto se pone cada vez más interesante pero...como coño se han podido abrir las rejas de la casa??.
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