domingo, 20 de diciembre de 2009

Capitulo 6.2 El nacimiento del loco

“No juguéis con la vida… y vida se murió; de aburrimiento”




El reloj del móvil marca casi las 4 de la tarde. Me levanto con la cabeza nueva. Es la primera vez en días que duermo del tirón y sin sobresaltos. Me siento mientras la leche se calienta para tomar un café. Desde que ocurrió el incidente de las puertas no he hecho más que darle vueltas al asunto, como paso… Pero ayer me quedo claro, era ese PETA calvo de mirada psicótica. Lo que no entiendo es porque no se ha vuelto como los demás. Empujo la silla poniéndola a dos patas y reflexiono mirando el techo.


-¿Quizás ya estuviera loco?- me acude como primera idea


Pero la desecho rápidamente, lo capturaron, mato y escapo. Y luego tuvimos el enfrentamiento, lo encerraron y por lo visto ha vuelto a escapar. Durante unos minutos reflexiono en silencio.


-Decidido


Me acabo el café, y comienzo a preparar mi equipo. Ayer me di cuenta que la armadura de pecho y espalda del quad se movían demasiado. Con maña y esfuerzo, logro instalar una rejilla verde de alambre y con cinta americana y unas bridas logro hacer una especie de armadura de una pieza. Lo de la cinta americana puede parecer una tontería, pero una vez vi en “Cazadores de mitos” como con dos centímetros de grosos de cinta de este tipo realizaban una tapa de sellado de canon y esta aguantaba varios disparos. Una vez lista la nueva armadura toca el experimento del día, este constara de dos partes, si la primera funciona, la segunda, probablemente también. Cojo el portátil, lo arranco y enchufo la webcam poniéndola en la ventana dirección a la salida del patio. Una vez tengo imagen, lo pongo a grabar. Al portátil solo le quedan dos horas de batería, pero será más que suficiente para probar mi teoría, y si todo sale bien; mi venganza.

Me vestí con el equipo entero, guarde la pistola de capsulas en mi bolsillo trasero, agarre el pala-hacha, que me había demostrado que podía ser el mas útil de mis armas por ahora y en un gran bolsón de mano de viaje metí cartones y tornillos. Ya estaba el plan en marcha. Salí al patio y cerré con llave la puerta. Los tornillos resonaban acorde a mi movimiento haciendo un escándalo bárbaro.


-Tranquilo…


Me acerque al muro del final del patio y me encarame a el. La casa de los vecinos era bastante vieja, el patio y las columnas de esta estaban a ladrillo vivo. No parecía haber nadie. El único acceso a la casa era una vieja puerta de madera corroída de color verde


-Perfecto...


Salte los casi 3 metros y vi como varias gallinas revoloteaban de manera agitada a mi alrededor. Fue algo que no tenía previsto pero “Gallina que no vuela… a la cazuela”. Atrape en un par de minutos 5 o 6 incluido el gallo, las tire por encima de la valla junto con un saco de maíz y ale, mas comida. Después de este fortuito imprevisto corro hacia la valla que da a la parte exterior de la otra calle, me encaramo a una vieja mula mecánica y oteo la calle.
El camino parece despejado. Mi meta era llegar al corral donde viví mi primer incidente como voluntario. Salte la valla y me dirigí corriendo por un callejón que daba directo a los corrales. Este estaba cubierto de maleza y basura, tenía que andar con cuidado de no pisar latas o botellas que delataran mi posición

Al final del callejón, salte una pequeña montaña de escombros y me deslice sigilosamente a ras de pared hasta llegar a la bajada principal. El camino hacia abajo parecía estar libre, mi destino era el huerto que había dos parcelas mas abajo. Corrí hacia la pared de este y de un brinco me encarame y salte al otro lado. 5 minutos después estaba de vuelta, saltando otra vez.


-Parece que al final será fácil la cosa y todo…


No acabo de poner los pies al otro lado del muro cuando veo a 3 infectados que corren, más bien vuelan, hacia mi cuesta abajo. Es hora de probar la pistolita. Saco la pistola de mi bolsillo trasero y la cargo. Es extremadamente pequeña, casi como una mano, pero ahora iba a comprobar el poder de las capsulas de gas.

Disparo al más cercano, que se encuentra a unos diez metros. Una repentina explosión acompañada de una nube roja lo cubren en parte a este y al que va justo detrás de el. Los dos caen rodando y moviéndose de un lado a otro, sin poder ver nada en absoluto. La otra PETA continua su carrera hacia mi, saco el hacha-pala y me pongo en pose de torero apunto de rematar la faena. Justo cuando esta a mi altura, giro sobre mi mismo extendiendo la pierna izquierda y la PETA vuela literalmente cuesta abajo, el raspazo es brutal, pero consigue frenarse y levanta la cara. Tiene toda la zona del pómulo quemada y parte de la carne de la mandíbula colgando. Sin dilaciones me acerco y le hundo el hacha en el cráneo. Los otros dos siguen revolviéndose sin saber a donde ir. La escena es incluso cómica, se levantan, corren y acaban tropezándose o estampándose contra los muros de los corrales.

Sin tiempo que perder corro de vuelta al callejón esquivando a los dos malandrines y acelero para poder saltar la tapia del vecino. El salto ha sido un éxito, pero la bolsa negra ha rebotado en mi espalda y creo que me va a regalar varios morados. Mientras cruzo el patio del vecino, recojo un par de bebederos y un comedero de esos redondos que se cuelgan. Lo tiro todo hacia mi patio y salto. Por aquí todo sigue normal, como me esperaba. Cuelgo el comedero de mis nueva inquilinas y lo relleno de maíz


-Será mejor guardar el saco –mientras lo cargo al hombro


Les relleno el bebedero a los animales con el agua de la manguera. Por lo visto aun no han cortado el suministro pero no creo que tarde. Cierro el agua y regreso al sótano. Suelto la mochila negra y pongo el hacha en remojo con lejía. Sin mas preámbulos bajo la persiana y compruebo las imágenes de la webcam.

Paso las imágenes a cuatro veces la velocidad normal y puedo comprobar como pasados tres minutos que yo me fuera, una silueta se encarama a mi pared. Es el, el calvo-psicópata. Como me imagine, me estaba vigilando y aprovechando que me he ido ha venido a comprobar esta entrada.

Puedo ver la rabia en su cara al comprobar lo sólida que es la puerta. Después de eso salta otra vez y desaparece. Parece que todo va como lo tenía previsto.


TUN TUN


¿O tal vez no? En el piso superior se escuchaban ruidos. Con el equipo aun puesto me pongo una mascarilla y saco el hacha del cubo. En mi camino cojo la lamparita de leeds. Al abrir las puertas la presión del aire es normal, eso si, huele a perro muerto. Debí deshacerme de los dos cadáveres… En la cochera todo permanece en silencio, abro la puerta con cuidado y me preparo para lo peor. La estancia apesta penetrantemente a podrido, seguro que si vomito huele mejor. Entro cuidadosamente y me quedo helado.

El PETA que jugo a rugby conmigo sigue vivo y esta devorando, con todas sus letras, a la chicha que mate en la cocina, ha tirado a través del hueco de la puerta de ella y se la esta comiendo por la pantorrilla. Hecho la cabeza a un lado, tiro de la mascarilla y vomito encima del fabuloso, ahora ya no tanto, sofá de cuero que hay a mi izquierda.

Esta falta de educación parece que no ha sido del agrado del gourmet, que se deja el plato a medias y se levanta mirando hacia mí y extendiendo los brazos.

Preparo el hacha y los pies para el posible encontronazo, tenso los músculos y…

Nada, el PETA empieza ha andar a estilo resident evil 2, dándome tiempo a tomarme las cosas con calma. Cuando esta a unos dos metros, decido estirar un poco los músculos y le suelto una patada en el pecho, haciendo que caiga hacia atrás estruendosamente. Si ahora mismo le hicieran una radiografía al pobre encontrarían las costillas pegadas a la columna. Pero este no parece desistir en su intento y ahora lo intenta a estilo indio apache, arrastrándose. Mi instinto me dice que lo remate, pero mi “otro instinto” me dice que espere. El PETA este emite unos sonidos guturales muy raros, no son en  nada parecidos a los chillidos de los petas.


-Pues si no queda otro remedio – digo en tono burlón abriendo los brazos.

-¡Es hora del mini-experimento! – exclamo al tiempo que le pego un hachazo en una de las manos y me retiro al lado de una vieja estantería llena de libros.


Parte de la mano salta y restos de algo que “parece” sangre fluyen lentamente de su nueva mano tuning.


-Esto es muy extraño…-pienso al tiempo que esquivo un zarpazo del indignado amigo.


Decido acabar con esto y lanzo un hachazo directo a su cabeza.

Ahora si que huele a podrido, pis de gato y carne pasada. Corro a la cocina, aparto el cuerpo de la chica y saco una caja de guantes de látex. Cojo los dos cuerpos y los arrastro al patio interior, los pongo en una esquina. Vuelvo al sótano y traigo la mochila negra. De nuevo en el patio coloco los “juguetitos” a esta la trampa preparada para mi amigo. Cierro las ventanas y con mucha lejía limpio toda la sangre que hay por el suelo. Ya casi es de noche, mis “juguetitos” están instalados en el patio, si todo sale bien cazare a ese hijo de puta que ha cogido por vicio tratar de matarme y me vengare por Keiko.

De nuevo en el sótano, limpio el equipo, me pego una ducha y me siento a cenar una lata de albóndigas. Algunas dudas comenzaron a asaltar mi cabeza al tiempo que comía, ¿es necesario arriesgarse a salir? ¿Que ganas con ello? Pensándolo detenidamente, lo más probable era que solo consiguiera morir.

Pero estaba decidido. Puede que haya algún tipo de información en la comisaría o en el ayuntamiento, una radio o incluso un arma. Aparte esta escapada era necesaria para hacer caer al calvo en mi trampa entre otras cosas y es un entrenamiento perfecto para aprender a moverse con los cabrones esos sueltos por la calle.

Casi eran las nueve y media, por lo que decidí tumbarme un rato y escuchar música con el mp3. Encendí un cigarro y a la luz del farolillo de leeds pensé en el infectado que había matado antes. Era muy extraño, no actuaba de forma violenta, rápida, salvaje… Era mas como, no se, un zombi. Con esta ultima idea en mi mente, cerré los ojos y trate de reposar un poco.




“Que poco duran la heroicidad y la vida cuando se juntan…”

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