miércoles, 2 de diciembre de 2009

Capitulo 4.2 La noche de los "milagros"


“¡Camarero! Ese señor se ha llevado MI oreja…”


Me habría tocado volver andando a casa de no ser porque un vecino de la calle contigua se ofreció amablemente a acercarme. Nos montamos en la vieja y robusta C-15 y emprendió algo ligero para mi gusto la marcha .Continuamos con la conversación anterior. El pobre hombre había ido a denunciar destrozos en uno de sus huertos, por lo que me comento frente al cuartel.


-¡Tranquilo! Seguro que será la típica panda de crios que no tienen vergüenza… - le digo tratando de calmarlo

-¿Crios? Las huellas que encontré eran por lo menos del 45 – dice incrédulo al tiempo que añade – Serán esos PETAS de los que todos hablan… Los malditos lo han destrozado todo y se han cargado mis animales, pero si la guardia no hace nada…


El hombre queda sumido en sus pensamientos y parece no tener mas ganas de seguir hablando del tema. Al llegar a la esquina de mi calle se detiene. Me bajo y le doy las gracias por traerme. El hombre responde sin echar mucha cuenta y puedo ver como sus ojos en último momento se abren de par en par y sonríe. Este trama algo… y no parece ser una fiesta de navidad.

Me dirijo a mi casa con paso avispado. Saco la pequeña bolsa de plástico que me han dado los agentes y extraigo las llaves. Cierro a mi paso la cancela y abro la puerta principal.


- ¡Miau Maow! – maúlla Keiko con un tono típico de madre

-Ya…- le digo mientras la arrullo y compruebo que el golpe de antes no le ha hecho  nada


Cuando al fin se calma, la suelto y corro a prepárame un buen filete con patatas.

Después de tan gratificante cena, me ducho y empiezo a vestirme. Unos tejanos fuertes pero lo suficiente anchos como para correr o pegar, junto a una sudadera negra y mi vieja chupa de cuero.


-Metal will never die!- berreo haciendo el capullo frente al espejo mientras elijo el calzado mas idóneo.

-No abra que patear nada y son muy pesadas- digo al tiempo que descarto la botas de seguridad


Finalmente opto por la comodidad de unas viejas zapatillas deportivas. Escucho unos fuertes pitidos a la entrada, antes de salir recuerdo coger la daga de cazador. No creo que sirva para nada pero que coño ¡es la primera noche! y no quiero verme en una mala situación de película B simplemente con una porra de chocolate.


Por cierto, esta seria una noche que nunca, jamás en la vida, olvidaría.


El viejo todo terreno de la guardia civil esperaba unos metros avanzada la calle. Abrí la puerta trasera izquierda y al tiempo que entraba salude:


-¿Qué tal compañeros? Soy David – sonrío

-Yo soy Juan

-Y yo Miguel

Contestan por orden de proximidad.

-¡Kevin!, ¿Que tal? – oigo al piloto

-Yo Lucia, ¿Preparados para empezar la ronda? – dice la copiloto


Ya me la han vuelto a colar, me dijeron que serian tres agentes y aquí solo hay dos.


-Tu chaleco y el “azotador” seguramente los estés pisando – dice Kevin


Efectivamente. Recojo el chaleco de entre mis pies y puedo ver una mancha parecida a un signo Niké en la parte de atrás.  Me lo pongo mientras emprendemos la marcha y a los pocos segundos nos llega el primer aviso


-Unidades zona 2, posible caso de PETA en los corrales por la vertiente de la calle Serrano. Los vecinos dicen que se escuchan alaridos y carcajadas…

-Charlie 2 a central, nosotros nos encargamos – dice Lucia


El vehiculo acelera la marcha y rápidamente nos plantamos en el camino de tierra que da a la zona de corrales y naves avícolas del pueblo. Nos deslizamos por la cuesta con el motor en punto muerto y bajamos las ventanas para tratar de localizarlo.

Pero no hace falta ser muy listo para saber donde es, los gritos se tienen que estar escuchando a kilómetros… El Patrol detiene su marcha y bajamos rápidamente.


-Quedaos en la retaguardia cubriendo –dice mientras se aproxima revolver en mano hacia la puerta del huerto, que permanece entre abierta.


Dos pasos por detrás va Lucia. Esta le indica por señas que entre, mientras saca el arma.

Los dos entran casi al unísono blandiendo sus pistolas y se pierden por un momento de nuestra vista.

Miguel y yo corremos para no perdernos nada. Miguel es bastante escuálido, pero parece coordinar de manera correcta. Juan por lo contrario es una persona bastante obesa. Aunque no dudo que de un manotazo pueda tumbar un roble, parece que la agilidad no es su fuerte.

Soy el primero en entrar de los tres. Trato de decir algo pero mi garganta esta atascada. La imagen que hay ante nosotros es enfermiza. Hay un señor tirado entre unas matas de tomates riendo a mandíbula partida mientras señala a otro que grita y llora agarrándose una pierna ensangrentada. Kevin se dirige rápidamente al primero y lo inmoviliza sin problemas. De repente pone cara de asombro.


-¡Cuidado con los cepos Lucia! – grita al ver que Lucia corre hasta el otro individuo, que parece haber perdido ya el conocimiento.


Me acerco cuidadosamente a la posición de Kevin y puedo ver algo asqueroso pero asombro a la vez. El sujeto que esta inmovilizado en el suelo sigue riendo sin parar, el único problemilla del asunto es que tiene un cepo del tamaño de un pino que le destroza el hueso a la altura del tobillo, pero parece importarle mas bien poco por no decir nada.

Oigo como Juan echa la pota pocos pasos a mis espaldas


-¡Ayudadme! – grita Lucia


Cuando llego a su lado, ella y Miguel están tratando de abrir el cepo. Me uno a ellos y por fin conseguimos abrirlo. Lucia llama a la ambulancia por radio mientras le busco el pulso al pobre hombre. Al acercarme compruebo con horror quien es. Es el mismo que me trajo esta tarde a casa.


-No tiene pulso –digo como buenamente puedo y me retiro hacia el muro mas cercano. La cena fluye y mi estomago consigue aliviarse, pero mi mente no.

-¡Que demonios!- oigo decir a Kevin


Me reincorporo y veo como el loco que estaba tranquilo a sus pies, libre del cepo pero atado, se revuelve haciendo la croqueta y consigue tirarlo al suelo. Ya no ríe, ahora grita. Sonidos incomprensibles pero aterradores surgen de su garganta mientras trata de morder a Kevin, ahora a su altura y desprevenido. El hijo de puta se ha lanzado directamente con un movimiento oruga hacia la yugular, pero sin éxito. Kevin a conseguido poner el antebrazo y de paso regalarle un par de buenas hostias noqueándolo en el acto.

Mientras tanto, llega la ambulancia y lo que supongo es una patrulla de apoyo. Lucia sale corriendo y entra acompañada de dos agentes mas. Mientras Kevin se cura el mordisco en la ambulancia y los nuevos incorporados se ponen al día, Miguel, Juan y yo caminamos hasta nuestro coche y nos pasamos un paquete de tabaco en silencio. Parece que nadie tiene ganas de hablar. Lucia se acerca apresuradamente con cara de malas noticias.

-Se acaba de declarar estado de emergencia. Dicen que los casos de locura están llegando a transformar a la gente en verdaderos animales. También nos han informado de que varios vacunados con PANACEA han muerto de golpe – nos dice tristeza en su mirada.

-¡Carolina! –grita uno de los chavales de la ambulancia

Su compañera acaba de caer de rodillas al suelo. Por un momento no se oye nada, hasta que esta levanta súbitamente la cabeza mirando al cielo y grita a pleno pulmón.

-¡¡¡UAhGGGGg!!!




“Si las cosas pueden salir mal, ten por seguro que saldrán mal y en el peor orden posible”

1 comentarios:

seeyouinthenextlife dijo...

Es una historia jodidamente divertida.

Sigue asi porque es la leche.

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