Capitulo 2.2 Voces

"No soy vicioso, soy de gustos variados"

Toda esta mierda me acaba de quitar las pocas ganas que tenia de cenar. Me acerco al mueble bar y me sirvo 2 dedos de mi buen amigo jack, si voy a escuchar la voz de la niña del exorcista otra vez en mi cabeza prefiero que esta tenga un tono borrachuzo, por lo menos me podre reír mientras me cago encima. Aunque ya puestos, si le doy un poco de verde a lo mejor me cuenta un chiste. Después de dejar KO la parte racional de mi mente, decido acostarme. Mientras me lavo los dientes miro fijamente el espejo, como esperando que de repente aparezca un espíritu como en las películas de terror. Finalmente pierdo la esperanza de ver algo raro y me centro en acabar de lavarme los dientes. 

¡TCHAS!

El baño queda sumido en una oscuridad total. El miedo me recorre de cabeza a pies.

-Judde! - digo con el cepillo de dientes aun en la boca. 

Corro como un niño en dirección al pasillo en busca del interruptor que me salve del probable ataque al corazón que estoy a punto de sufrir. Los 4 pasos que doy se me hacen interminables, pero acciono el interruptor y para mi alivio la luz lo inunda todo a su paso. Después de todo solo se había fundido la maldita bombilla... y yo un poco mas y me tiro al suelo llorando por mi vida. Al final todas las tonterías de la tele y el alcohol no es lo más recomendable cuando uno tiene línea directa con la chiquilla del exorcista y una imaginación desbordante.

Me tumbo en la cama y me arropo hasta la frente. He estado tentado de mirar debajo de la cama y en el armario por si las moscas, pero creo que por hoy no me queda valor ni para eso. Fuera aparte lo irónico de mis pensamientos y la exageración, estaba empezando a sentir miedo. Todo esto se estaba desmadrando, que podía hacer ¿ir al médico? Nadie tiene ni puta idea de por qué se vuelve loca la gente y no creo que me haya vuelto casualmente esquizofrénico de la noche a la mañana. Mi mente, después de dar muchas vueltas al asunto, cae rendida. En el último atisbo de conciencia  antes de quedar dormido creo escuchar una risa lejana que se pierde en la nada.